Quiero ver amanecer
Cuando teníamos vacaciones en la infancia los mayores lo arreglaban para pasarlas en la playa y se repartían las tareas; si íbamos a visitar el Teatro Romano de Sagunto, aún sin polémica, al volver al apartamento mi tío Tonín nos hacía hacer una redacción sobre lo que habíamos visto y en la que mi hermano sobresalía porque para eso se ha pasado la vida leyendo, si íbamos a pescar, mi primo Toni pescaba un pulpo con el pie ayudado por mi padre, si nos quedábamos encerrad@s en una habitación y no podíamos salir, mi madre encontraba la manera de abrir la puerta y si hacían vaquillas y nos escapábamos a verlas, mi tía Isabel ejercía su indulgencia al tiempo que nos informaba del peligro. Algunos años había paseo al atardecer y podíamos escoger para merendar o helado o mazorca, mi primo Sergio y yo si pedíamos helado siempre optábamos por un cucurucho mediano de limón. Quedó como ritual, como anécdota y como chiste que mi tío dijera después de cenar que se iba a acostar pronto porqu