Entrades

Lo pasado es el prólogo

  Hasta aquí esta etapa de mi vida, cincuenta y un años, cincuenta y un textitos. ¿Valió la pena? Yo diría que sí. No pienso necesariamente igual que mi yo de otros tiempos acerca de algunos de estos textitos que aquí se recogen, pero no me arrepiento de ninguno, todos fueron necesarios y alguno hasta es bueno. Me siguieron de partes del Planeta que desconocía, eso también estuvo bien. Me publicaron un par de ellos y, oye, que gané un premio. Hubo algún intento de publicación pero no cuajó, el ilustrador tenía un nombre y su marchante cuidaba de su reputación: yo no tenía un nombre, tal vez fue mejor así, disfrutar del anonimato ahora me parece una ventaja. El título de este final no es mío, no sé de quién es, pero me parece apropiado. Cerrar un ciclo, aprender de los fracasos para que no lo sean tanto y celebrar los aciertos. Creo que es lo más apropiado. Ayer compré una plantas y tierra, las tengo en el balcón y me están llamando para que les dé su lugar. Fue un placer.

Humedades

Imatge
  Escribía todavía mojada sin tiempo para cambiarse de bragas. La gata a sus pies en la cama se lamía el sexo y desde en fondo de la casa podía escucharse la radio. Apenas un par de días para acabar con la obligación que le había traído de vuelta a la ciudad; sí, dos días malcontados y sería de nuevo libre; lo sería realmente? Todavía era una incógnita que le latía hasta el paroxismo después del ardiente sexo telefónico al que, admitámoslo, había sucumbido. Un sexo tan lejos tan cerca, un sexo nuevo, diferente; tenía que probarlo todo, con rabietas incluidas , un buen número de audios en los que él le suplicaba que le hablase, que le dejase escuchar su voz, le tocó la fibra. Accedió. A los audios siguieron los vídeos y el deseo atravesando la pantalla le salpicó los pechos. Qué? De repente el silencio lo inundó todo. Se acabó en un abrir y cerrar de ojos y la soledad la violentó tanto que la volvió vulnerable. Se sintió presa, maniatada y empezó a escribir para tomar las riendas, p

Estás hecha para brillar

Imatge
  Tenía unos flecos sueltos por ahí desde hacía algunos meses que le molestaban pero no se atrevía a hacerles frente, más por la costumbre olvidada a propósito que por salir de la perplejidad; vamos, que tenía un cacao maravillao desde que cortara su relación   amantísima con un señor de derechas, muy de derechas y mucho de derechas. Bastante iba a hacer con perder las elecciones como para seguir encamándose con su antítesis. Era algo más tibia que la protagonista de Lectura fácil, de Cristina Morales, que no follaba con nadie que hubiese votado. Pero se daba cuenta de que para aclararse había de enfrentarse sin postergar más la incertidumbre y acabar con ella de una buena vez. Resultaron calabazas y unas risas con una buena amiga comentando la jugada. Duda despejada, cero al cociente y paso a la cifra siguiente, a otra cosa, mariposa. Salir de ese terreno fangoso que arrastraba y lavarse la cara con agua clara era todo uno. A pesar del calor Barton Fink se encontraba a gusto y

¿Solo uno?

Imatge
  Noche de San Juan en la playa, comida en abundancia, da gusto, ensalada marinera, Maruja presente, pisto, empanada, ensaïmada de sobrasada, tarta de manzana y tarta de queso, miel sobre hojuelas. Salta siete olas y lávate la cara. Toni, querido. Gin tónic de buenas noches, plácido. Amanecida en la playa, paseo por la orilla y almuerzo en El Perelló, mercado, ajos son de ley. Pijama de verano monísimo. Tiempo muerto, tiempo pesado de sol injusto, calor, descanso merecido, brisita marina, ruido de cubiertos ajenos, sueño vacaciones y tengo pesadillas. Debería haber hecho la prueba de francés, no llego a tiempo, imponderables, fatiga, menudas gaviotas, una cerveza? Un deseo? En el límite del bien. Quién sabe realmente? Gabriel, mi familia, mi carne, Pilarín presente. Siesta, vigilia, textito recién parido, comida de sobras, la mejor. Amplío horizontes cercanos. Esto sí es casa. No sé la suerte que tengo. Sí sé. No quiero perderla.   Ahora vuelvo a la senda que me atiende c

Curriculum Vitae

Imatge
      Se había dicho a sí misma que se haría anarquista en cuanto terminara de leer El tiempo amarillo, de Fernando Fernán Gómez y estaba dilatando el momento debido a la convocatoria de elecciones para la inminente primavera. No sabía muy bien por qué, tal vez por cierta resistencia a aceptar el hecho de que ya no reconocía la figura de su Secretario General como principio de autoridad competente y delegativa de su voto. El posicionamiento de su partido frente a situaciones en materia de política geoestratégica como el Sáhara o Ucrania la habían decepcionado tanto como el resultado del Referéndum de la OTAN en su momento. Sin embargo no perdía de vista el aumento exponencial de la derecha en cualquiera de sus versiones, azul o verde, preguntándose una vez más acerca de lo oportuno del voto útil como cordón sanitario (expresión popularizada y para su gusto poco acertada) al crecimiento de la sinrazón. Había dado todas las batallas desde su más tierna adolescencia: desde las movil

Filias

Imatge
  Había quedado a comer en casa de su prima Eva el mismo día en que le daban los resultados de los últimos análisis. Un arroz de les Riberes de Turia regado con agua mineral, como todo desde hacía seis meses en que se habían disparado varias alarmas de su organismo y se hacía necesario seguir una dieta rigurosa. Comieron en petit comité y al café, su prima les tenía reservada una pequeña sorpresa: habían vendido ya el piso de su madre y quería que las cosas que quedaban disponibles permanecieran en la medida de lo posible, en la familia, así que de un respingo se plantaron en la calle Caravaca de la Cruz por última vez. Ella nunca recordaba en qué planta estaba el piso, así que preguntó y ya nunca más lo olvidaría. Las ironías de la memoria como las del destino a veces dejan un sabor amargo. Al llegar a casa dejó todas las cosas en el pasillo y descansó brevemente. Meditó. Sonó el teléfono, era su Médica de Cabecera informándole de los resultados del análisis de sangre: todo,

365 días

Imatge
  Desechar lo que no me aporta, centrarme en mí misma, poner el foco en lo importante, tratar de no caer en equívocos, no esperar nada de nadie más de lo que espero de mí. Aprender a construir las bases sólidas lleva su tiempo, pero si estoy centrada en las metas que quiero conseguir el camino es más liviano y agradable. Practicar yoga me da paz interior, meditar me conecta y me hace tomar consciencia del momento presente y si hago balance de los últimos diez años he de decir que el camino continúa donde lo dejé hace casi esos mismos diez años. Parece una paradoja vital en cierto sentido, pero es totalmente al contrario: el círculo se completa, no hay contradicciones sino la conexión lógica tras una interrupción un poco prolongada. Es mi paciencia la que habla, mi recobrada paciencia y mi sueño el que anuncia que ya basta por hoy, que si he sobrevivido hasta ahora debe haber alguna razón más allá del sufrimiento y hay que ayudarla a brotar como a las caléndulas que plantaré a fin