365 días
Desechar lo que no me aporta,
centrarme en mí misma, poner el foco en lo importante, tratar de no caer en
equívocos, no esperar nada de nadie más de lo que espero de mí.
Aprender a construir las bases
sólidas lleva su tiempo, pero si estoy centrada en las metas que quiero
conseguir el camino es más liviano y agradable.
Practicar yoga me da paz
interior, meditar me conecta y me hace tomar consciencia del momento presente y
si hago balance de los últimos diez años he de decir que el camino continúa
donde lo dejé hace casi esos mismos diez años. Parece una paradoja vital en
cierto sentido, pero es totalmente al contrario: el círculo se completa, no hay
contradicciones sino la conexión lógica tras una interrupción un poco
prolongada.
Es mi paciencia la que habla,
mi recobrada paciencia y mi sueño el que anuncia que ya basta por hoy, que si
he sobrevivido hasta ahora debe haber alguna razón más allá del sufrimiento y
hay que ayudarla a brotar como a las caléndulas que plantaré a finales del mes
que viene. Juntas creceremos.
No puedo evitar sin embargo,
comparar mi cincuenta cumpleaños con mi cincuenta y uno, ese primer apéndice de
la década en la que me encuentro marca un abismo emocional, vital y mental.
Cuánta tristeza había en mí hace hoy justo un año, cuánta soledad sin consuelo.
Encargué una ración de Red
Velvet y al soplar la velita deseé que todo ese sufrimiento acabara de una vez.
365 días, una vuelta del Planeta
al Sol; tiempo suficiente para cambiar el curso de los acontecimientos en ese
movimiento de traslación.
Con la ayuda de mi familia y
mis amig@s.
Con un poco de empeño, un poco
de constancia y un atisbo de claridad mental (cualidad esta última que se
consigue con la suma de las dos anteriores) no hay punto que compararse pueda y
tal es el cambio experimentado que parece que se trate de dos personas
diferentes y hasta antagónicas.
Así que diría a modo de
resumen, que el balance da positivo y que suma y sigue desde el momento
presente el total de todas las Cristinas que fui en el pasado. El total de
todos los quinces de enero.
Fotografía: "Kentukis" de Samanta Schweblin.
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