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Paris-Génova

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En junio de 2001 la Cumbre de Jefes de Estado del G8 se reunía en Génova para confirmar, una vez más, su hegemonía sobre el Planeta; el Movimiento Antiglobalización, alentado por la respuesta obtenida en Seatle, se preparaba para una Contracumbre. Desde Valencia se organizó un autobús con más entusiasmo que información; sabíamos que se suspendían los acuerdos de Schengen, por lo que era necesario tener el pasaporte en vigor. Sabíamos también que los Black Bloc no formaban parte de la organización, y que los Tutti Bianchi iban a ser su antítesis desde la No-violencia.  Pero nadie sabía lo que iba a pasar realmente, nadie pensó que estaba a punto de tener lugar el punto de inflexión de la Antiglobalización, nunca nos creímos tan peligrosos, nunca habíamos vivido un estado de excepción, nunca conocimos tan de cerca la fragilidad humana. Salimos de allí por los pelos, en la radio del bus entendíamos que los carabinieri estaban asaltando la sala de prensa en aquel mis

Año Nuevo

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Año nuevo El día de Nochevieja apareció por L’Ateneu Russafa un joven cocinero del Bután que, aunque no hablaba castellano, se expresaba muy bien en los fogones. Como no sabíamos dónde estaba el Bután ni conocíamos su gentilicio, le llamábamos  butantito. Así se decidió celebrar una cena con cocinas del mundo; además de la senegalesa, la materia prima para la asiática provino, ironías del destino, del primer supermercado chino del barrio. Se preparaba una gran velada de disfraces y comidas exóticas, y como Candela y yo no teníamos ganas de celebrar nos fuimos a su casa a cenar. Hacía pocos días que se había producido la matanza de Acteal, en Chiapas, y decidimos reivindicar por nuestra cuenta recorriendo el barrio en noche cerrada y lluviosa, con un libro del Sup Marcos y un paragüas. En Año Nuevo las paredes del barrio hablaron. “Vale, salud, y recuerden que la esperanza es como una galleta, de nada sirve si no se lleva adentro”. PD; Hoy, López

Bajo una manta de estrellas. (Publicado en el Especial Navidad de Papenfuss) *Ampliado.

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Bajo una manta de estrellas Aquellos gatos marroquíes eran el doble de grandes que un gato común europeo; sólo entendían su hambre y esperaban la llegada de la noche para colarse por las ventanas de lo que una vez fueron los lavabos de lo que una vez fue un hospital colonial francés. Aquellos gatos salvajes miraban fijamente a los ojos y sólo cabía volver a la habitación en franca retirada y agradecer por no tener comida que pudiera atraerles cerca. Era la noche del 31 de diciembre de 2015 y esperaban para ser repatriados en ambulancia a Valencia desde Er-Rachidia. Él se había roto seis costillas al caer desde un camello en plena hamada, mucho antes de llegar a las dunas del desierto de Merzouga, donde iban a pasar una noche bajo las estrellas que alumbrarían un nuevo año, un nuevo horizonte; teniendo como anfitriona a la tribu nómada de los Gnawa cuyos antepasados habían sido esclav@s negr@s del Pueblo Amazig y que eran célebres por su sincretismo musical. El f

L'Ateneu Russafa o Amanece que no es poco

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L’Ateneu Russafa o Amanece que no es poco L’Ateneu Russafa se gestó en la década de los noventa en la calle Literato Azorín y vió la luz en la calle Dénia 67 en unos meses. Valencia era una ciudad que despertaba del puritanismo provinciano, y lo hacía poco a poco, tras un letargo intermitente en el que los intersicios iban a ser determinantes en la construcción de un espacio con vocación de barrio y de vanguardia, nada menos. La planta baja era propiedad de un carnicero y en ella se había alojado hasta no hacía mucho el casal de la falla Dénia-Cuba. El edificio tenía posibilidades ya que contaba con barra, lavabos y escenario con foso incluído. Las labores de rehabilitación se establecieron en domingos rojos y los miércoles por la tarde tenía lugar la asamblea. Como el planteamiento para subsistir y dar contenido a tan magno espacio consistía en celebrar conciertos, cuánto más etílicos mejor, les dió por inaugurar un sábado a mediodía con cous-cous y performance

Primavera y agujetas

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Primavera y agujetas Tenía un trabajo y una casa, además era joven y bonita; iba a salir un sábado por la noche con una amiga por primera vez, mucho tiempo después de su divorcio. Así que a las siete empezó la tarea, su mente ya estaba dispuesta, quedaba arreglar el cuerpo, que a esas edades, todo sea dicho, tiene poco que arreglar. Estaba imponente: lencería cómoda pero sexy y un cuerpo para el vicio. Con su amiga, curtida en mil batallas más que ella, de las copas pasaron a la cena y del postre de nuevo a las copas, y como por una ley natural se encontró en la barra de un after pidiendo un Gin Tónic y entablando una breve cnversación con el chico que estaba acodado a su lado. Él preguntó: - ¿Eres amiga de Candela? -Sí, he venido con ella, está por ahí. -¿Nos vamos? Así, la conversación de ligue más corta de la historia le condujo al polvo más largo de su vida. Al principio torpemente, iniciando el reconocimiento del otro cuerpo; con prisa salva

A poqueta nit

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Pero yo no sabía que el barro podía ser luminoso.                                                                      (Eduardo Galeano) Ahora que el sol da una tregua me siento en una silla en el balcón con vistas a la huerta y evoco el día a punto de concluir. Hoy se ha jubilado Paco, Paquillo para l@s amig@s. Había en el aire un ambiente triste, porque cada vez que un Paquillo se jubila el mundo pierde calidad. Maestro cercano a la Renovación Pedagógica en la Paterna gris, realmente gris de los 50, ha habido en su parlamento palabras para la nueva generación de maestr@s, Ha hablado del oficio, de la vocación, de que si hay alguna profesión que te tiene que gustar por encima de cualquier otra es esta ; ha dicho que el/la maestr@ no se hace, se nace. Y muchas cosas y muy bonitas más. Y así, brindando y bebiendo con cava nos hemos dado cuenta del pedal y de la hora que era, y hemos puesto punto y seguido a esta jubilación de un maestro de pueblo, pero no de la Educaci

¿Qué puedo decir?

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Amanecía. fue casi el polvo del año; si él, en vez de llevar moto hubiera llevado coche, de seguro hubieran consumado. Estaba bárbaro, pensó ella despidiéndose ya mentalmente de aquella agradable compañía. Quedaba el ritual de vuelta a casa, la despedida, él: quiero volver a verte, ella: trabajo en la calle Dénia a partir de las siete. Había sido amor a primera vista, unas horas antes él era el espectáculo en la despedida de soltera de una buena amiga. Tenía algo especial al resto del alegre desfile, algo en su expresión que iba más allá de un trabajo, había brillo en sus ojos y ese brillo la invitó a un cubata y al resto de su vida. Ella tomó solo una parte, la de la noche. No quiso reconocerle al día siguiente. Fotografía prestada de Marc Peris.  Instagram: @soma.marc