¿Qué puedo decir?



Amanecía. fue casi el polvo del año; si él, en vez de llevar moto hubiera llevado coche, de seguro hubieran consumado. Estaba bárbaro, pensó ella despidiéndose ya mentalmente de aquella agradable compañía. Quedaba el ritual de vuelta a casa, la despedida, él: quiero volver a verte, ella: trabajo en la calle Dénia a partir de las siete.

Había sido amor a primera vista, unas horas antes él era el espectáculo en la despedida de soltera de una buena amiga. Tenía algo especial al resto del alegre desfile, algo en su expresión que iba más allá de un trabajo, había brillo en sus ojos y ese brillo la invitó a un cubata y al resto de su vida. Ella tomó solo una parte, la de la noche. No quiso reconocerle al día siguiente.





Fotografía prestada de Marc Peris.
 Instagram: @soma.marc
                                                                           




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