Ocho y medio
Estuve
en Hernani en una de esas treguas decretadas por el Gobierno de Aznar y de las
que ya nadie se acuerda.
Unos
Txalapartaris habían venido a Valencia de intercambio y mi amiga Candela y yo
decidimos, calendario en mano, devolverles la visita.
Ella
y yo quedamos en la estación de autobuses para coger la Bilman; ella me
esperaba desayunando en el bar de la estación -Hola, ¿Estás sola?- Le pregunté.
Y ya nadie nos pudo parar; unas cuantas horas de autobús hasta Donosti y una
vez allí, bendita lluvia, otro autobús de línea para Hernani.
Anochecía,
nos dirigimos al punto de encuentro empapadas; pasamos por las adoquinadas
calles, solitarias. En las paredes carteles de HB pegados con celo, una luz en
la ventana de una planta baja presintiendo el humo y las colillas.
Esperamos
un poco y nuestro anfitrión llegó; enseguida llegamos a su casa con la
solemnidad de la lluvia y de quien ansía mudar de ropa como de piel: así se
hizo; comprendimos mínimamente la casa: cocina y cuarto de baño; a nuestros
músculos dormidos les esperaban sendas
camas de las que dimos buena cuenta hasta la mañana siguiente.
Como no traíamos paraguas nos lanzamos a la
calle al abrigo del País que parecía hecho a nuestra medida; un mercadillo
distraía a niñ@s y mayores, pero nosotras buscábamos un sitio para almorzar.
Allí reinaba Euskal Telebista, tan diferente de la Primera y de la 2.
De
repente una multitud de jóvenes, una chavalada salió no sabíamos muy bien de
dónde ni por qué, tous ensemble, hacia
las afueras del pueblo-¿Qué hacemos, les seguimos?-Estaban bloqueando la
entrada al pueblo a Inestrillas que dio media vuelta con su coche negro y
desapareció para nunca más volver.
Esa
noche hubo celebración, potes, cubatas, nosequé, de bar en bar, de pub en pub,
de after en after. El cuerpo ya no daba más y tocaba retirada, pero lo que yo
creía mi cama mullida y confortable se había transformado en una cama redonda
donde no quedaba ni un huequito para mi cuerpo;
el txalapartari anfitrión al darse cuenta me dijo ven y yo fui sin saber
a dónde realmente; pues a dónde va a ser, a culminar la noche con sexo y
desenfreno naturalmente.
Y
al día siguiente si te he visto no me acuerdo-Debe ser la costumbre local- Eso,
o que tocan a misa de doce. El caso es que a alguien se le ocurrió que nos
fuéramos en tropel a Donosti, y venga, más potes, más pintxos. Un frío, un
aire, un sueño que me trajo de vuelta a Valencia, a su semenfot, a su clima y a
sus circunstancias.
¿Vosotr@s
podeis valorarlo? Yo le pongo un ocho y medio.
Fotografía:@Crisangu72
Sí, buena nota.
ResponEliminaMuchas gracias, Míster.
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