Vientos del pueblo me llevan
Estaba
viendo Las invasiones bárbaras al
poco de mudarme cuando tocaron al timbre y me asomé por la recién estrenada
mirilla; no revestía peligro: aquel chaval apareció por mi puerta vendiendo la
Revolución en forma de periódico.
Cuándo
le dije que no sabía si me quedaría, a su rostro asomaron la sorpresa y la
decepción a partes iguales; sin conocerme de nada.
No
sabía que había creado tanta expectación cuando, desde el umbral de la puerta,
dije que mi militancia estaba en Izquierda Unida, que siempre había sido así
desde su creación en el 86. Tampoco quise darme importancia al señalar que
había pertenecido a SOS Racisme en sus inicios y que tal vez ahora convendría
recuperarlo, cuando me habló de la lucha antirracista.
Hablamos
también de periódicos digitales: eldiario.es, la Revista CONTEXTO; él no
conocía El Salto, así que tomó nota mentalmente. Le compré un periódico: dos
lereles.
-Más
caro que El País-Bromeé, él guardó silencio; no quise molestarle y menos ofenderle.
Me
indicó la dirección donde tenían el local, la sede, su lugar de reunión;
abrigaba la esperanza de que me pasara por allí.
No
quería irse, eso se nota, quería seguir hablando. Al marcharse hizo un gesto preciso con la mano y ya de espaldas
dijo “Salud” muy bajito, en un tono íntimo y brutal.
Tal
vez me pase.
Salut.
Cris.
Fotografía:
Moviment d'Objecció de Consciència
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