Sexo y literatura
Recuerdo
que iba con Sexus de Henry Miller a todas partes, la edición de bolsillo de
Alfaguara violeta y gris; un libro aparatoso que exigía bolsos enormes para
transportarlo en el metro y en las juergas que nos corríamos ya en Valencia.
Daba igual que fuese mediodía o por la noche, yo siempre aprovechaba la ocasión
para adelantar unas páginas y aplicarlas a la vida real.
Follábamos
mucho en aquel entonces, y Henry Miller propiciaba el clima.
Yo
entonces salía con un cronopio que tenía una polla descomunal y muy bien
circuncidada. Chica, daba gozo verla Iniesta, siempre a punto para pegar un
polvo.
Ésa
polla no me era fiel, o era fiel a su modo; el caso es que me daba igual, como
me dan igual ahora los amantes infieles de cualquier época. Me importan tres
cojones.
Me
importan mis recuerdos, me importa mi primo Sergio.
A ti te conocí un instante
y fue bello; nada comparable con un hermano al que la vida ha tejido en las
entrañas de la infancia.
Ahora
mismo sólo siento rabia y dolor a partes iguales. Me importa un cojón de mico
viudo que Ana Rosa venga a tomarse una paella con Ximo Puig, sólo quiero estar
cerca de los míos, hijos de puta, y no hay sexo ni literatura que pueda superar
eso, ni siquiera Henry Miller, por mucho que ame a ése machista de mierda.
Y
podría escribir los versos más tristes esta noche pero no me da la gana, quiero
que éste textito sea un puñetazo en tu estómago, un exabrupto, una puta mierda
pinchada en un palo.
Quiero
ahogar este dolor entre caviar y champagne francés y que me llamen comunista y
algo más.
“Por
amor al comercio voy a cruzar ése puente
Por
amor al comercio voy a cuidar de ése dolor”.
Fotografía: Escuela
de Merzouga.
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