L'Ateneu Russafa o Amanece que no es poco



L’Ateneu Russafa o Amanece que no es poco

L’Ateneu Russafa se gestó en la década de los noventa en la calle Literato Azorín y vió la luz en la calle Dénia 67 en unos meses.

Valencia era una ciudad que despertaba del puritanismo provinciano, y lo hacía poco a poco, tras un letargo intermitente en el que los intersicios iban a ser determinantes en la construcción de un espacio con vocación de barrio y de vanguardia, nada menos.

La planta baja era propiedad de un carnicero y en ella se había alojado hasta no hacía mucho el casal de la falla Dénia-Cuba. El edificio tenía posibilidades ya que contaba con barra, lavabos y escenario con foso incluído.

Las labores de rehabilitación se establecieron en domingos rojos y los miércoles por la tarde tenía lugar la asamblea.

Como el planteamiento para subsistir y dar contenido a tan magno espacio consistía en celebrar conciertos, cuánto más etílicos mejor, les dió por inaugurar un sábado a mediodía con cous-cous y performances, y el éxito no  se lo dieron ni el cous-cous, ni las performances, sino el que, a pesar de servir la comida a las cuatro y media de la tarde, de allí no se movió ni un alma. No cabía un alfiler, y tod@s l@s componentes de semejante atrevimiento aprendían hostelería a ritmo de tambores africanos.

Se establecieron turnos para cada fin de semana: compras y apertura, desarrollo, y limpieza y cierre. Claro que el último turno siempre se solapaba en parte con el de compras del día siguiente porque se encargaban las pataquetas en el horno de los borrachos donde amanecía el resopón.

Las actuaciones se decidían en asamblea, así como los talleres de diferentes disciplinas, y una cosa llevaba a la otra; había taller de percusión senegalesa, de guitarra flamenca, de autoestima para mujeres cuando ni siquiera se conocía qué cosa era el empoderamiento; el de valencià lo daba Xavi Sarrià…

Los grupos se sucedían cada fin de semana. En la sección de actividades de la Cartelera Turia ya era fija la programación de l’Ateneu Russafa: Ploma dos, Caldito, La horfandad de Jose Luís Perales, Los Carrilanos, Feliu Ventura…Ismael Serrano vino un miércoles y nos pilló en bragas, y Efrén de l’Ham de foc se presentó una noche y nos deleitó con “Mi barba tiene tres pelos”.

Las asociaciones también querían celebrar y reivindicar allí: Salam, de solidaridad con el pueblo saharahui, José Martí, de amistad con Cuba, Acsud-Las Segovias, Heracles-Safo…

L@s amig@s de España 2000 quisieron honrarnos con su presencia por las calles de nuestro barrio en varias ocasiones, a las que respondimos con cohesión y repulsa. No deja de tener su gracia que hoy vuelvan refrendad@s por las urnas. Otro consenso social que está cambiando.

Y así pasaron unos años felices, fructíferos y sensuales; no cabe duda.

L’Ateneu Russafa tuvo también su final. Fue una suerte de desgaste personal, de ajustado presupuesto, de malas interpretaciones (sobre todo sexuales, aunque no sólo).

La definición que da la RAE sobre libre albedrío dice: “Voluntad no gobernada por la razón, sino por el apetito, antojo o capricho”.

 Esa interpretación deja fuera a todo aquello tan bonito que hablan Petra Kelly y Eduardo Galeano sobre los sentipensamientos, y no enseña a pensar con el corazón, Tal vez faltó algo de eso. Yo no lo sé.



Fotografía: La Finestra.



                                                                                  


Comentaris

  1. Interesante fotografía de un lugar que, a pesar de mi proximidad, desconocía. Me ha sorprendido encontrar a un joven Xavi Sarrià dando clases de valencià y respirar un ambiente tan combativo y participativo, que por desgracia poco a poco se ha ido esquilmando hasta relegarnos al cinismo o a la indiferencia. No sé si es cierto el tópico que dice que "cualquier tiempo pasado fue mejor", pero desde luego con el cariño que lo transmites así lo parece. Un placer!

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    Respostes
    1. Gracias Rafalé. No sé si cualquier tiempo pasado fue mejor o peor. No creo que la Historia sea lineal. Creo que somos nosotr@s quienes construimos nuestra propia historia, y la colectiva, sin duda.
      El placer es mío.
      Salut.
      Cris.

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